Trabajo práctico Nº 9
El discurso de poder.
• Las prácticas en salud no solo son acciones sino que tienen que ver con una lógica, con una posición que ocupa el residente en un espacio instituido. Ya sea que trabaje en un manicomio, en un hospital polivalente o en un centro de salud. En este trabajo práctico incluyó un tramado, un sello simbólico para comprender donde están insertas las experiencias. Michel. Foucault fue un pensador francés que desarrollo una teoría del poder que nos viene bien para avanzar sobre lo bosquejado. En este sentido jamás Foucault se preguntaría: ¿qué es un residente? sino que diría: ¿cómo se constituye un residente? Para descubrir eso, apuesta a lo que él llama una “arqueología del saber”, concepto desarrollado en un libro que lleva ese nombre. Por otro lado, hablaremos del modelo médico hegemónico y también de los aportes de Bauman, para pensar la posición que adoptan los profesionales de salud para adaptarse a los tiempos que corren.
1. La residencia tiene una estructura organizacional que tiene muchos puntos de contacto con lo militar. Un orden patriarcal, respeto por las decisiones jerárquicas, un uniforme, las guardias, etc. Entrego aquí un primer articulo de Foucault que habla de la ética médica pero deja entrever la de otras profesiones que nada tienen que envidiarle a está. La propuesta es que puedan escribir algo de su práctica que tenga que ver con el discurso de poder que entiendan que los atraviesa. (a) Responder: ¿Quién habla, donde habla y a quién le habla?
2. El mismo articulo propuesto conjetura también sobre la pareja: médico / paciente. ¿Podría explicitar como funciona esta diacrónico par en la especialidad que eligió para transitar su residencia? Explicite para ud cual es el territorio de sus prácticas (consultorio, barrio, sala de operaciones, etc) y como influye esto en su hacer. Posteriormente, le voy a pedir que explicite que puntos de contacto aún guarda con el modelo médico hegemónico y que cuestiones lo separan de él.
3. Bauman nos habla de un mundo líquido. Afirma que es un modo de transitar la cuestión de las identidades en la postmodernidad; el concepto señala que un sujeto en vez de tomar modelos de identificación fijos, encuentra formas más solubles para hacerlo. Nos habla del matrimonio como institución, del tema de las nacionalidades y también del mundo laboral. Hoy, a diferencia de otros tiempos, los empleos no son tan asegurados, sostenidos, rígidos. El ejemplo es el agua que dispersa en una superficie y comienza a tomar la forma del recipiente. Si lo ponemos en una botella el líquido asume esa extensión pero en cambio si lo dispersamos en el piso aparece otra. La pregunta aquí es, si observa que tanto el tema de los lugares de trabajo y el vinculo con otras especialidades ha comenzado a transformar su modo de pensarse como profesional de la salud. ¿Cómo decirlo sin caer en futurología? ¿ud está seguro que se desarrollará siempre como farmacéutico en un comercio, como psicólogo en una escuela o como médico generalista en un Municipio? O ¿ud entiende que las vicisitudes del desarrollo profesional lo irán llevando por distintos rumbos? ¿Podría explicitar las consecuencias de una o de otra determinación?(leer articulo de apoyatura) (b)
(a)
La Obra de Foucault y el tema de la medicina.
Apuntes en diagonal sobre la perspectiva de una práctica transdisciplinaria y discursiva.
Jorge O. Tarela
Introducción
Desde la publicación de "El nacimiento de la clínica"en 1964, hasta la publicación de "La arqueología del saber"en 1969 pasaron 5 años, y en esos años la escritura de Foucault y sus líneas de acentuación respecto del amplio tema de la medicina, su discurso y su clínica, sufrieron modificaciones que el autor supo desplegar en el texto. La relación entre Foucault y la medicina no se cierra en -mucho menos entre- esos textos: es a la vez anterior y posterior, un vector elocuente de su Obra. No apto para una moral de estado civil como la que rige nuestra documentación, Foucault siempre imploró que lo dejen tranquilo cuando se trata de escribir, su amor a lo variable es lo que hay tener en cuenta para realizar lecturas -aunque sean parciales- de su Obra. Tomaremos nota entonces de esa variabilidad intrínseca en el hilo de la escritura del decir de Foucault sobre la medicina.
Estructuralógicas
A los fines de marcar hitos seleccionaremos en principio un capítulo del "El nacimiento de la clínica", el titulado en forma imperativa "Abrid algunos cadáveres"(1). Foucault comienza haciendo la reconstrucción que considera falsa respecto a la actitud ante los cadáveres. Subraya así una ilusión con el sentido preciso de una justificación retrospectiva, lo que coloca sobre el tapete a la relación establecida entre la anatomía patológica y la clínica, siendo estas dos formas del saber que se yuxtaponen y para nada son derivadas la una de la otra, tal como pretende la ilusa historia.
De esta forma se despeja en el itinerario el descubrimiento fundamental de Bichat, basado en un principio de desciframiento del espacio corporal a su vez intra, inter y transorgánico. El verdadero descubrimiento de Bichat está basado en la esencia constitutiva de la delgadez de un tejido, superficie corporal del pliegue.
El descubrimiento decisivo del Traité des membranes, sistematizado después en la Anatomie générale, es un principio de desciframiento del espacio corporal, que es la vez intraorgánico, interorgánico y transorgánico. El elemento anatómico ha dejado de definir la forma fundamental de la espacialización y de ordenar, por una relación de vecindad, los caminos de la comunicación fisiológica o patológica; no es ya más que una forma segunda de un espacio primario que, por enrollamiento, superposición, condensación, lo constituye. Este espacio fundamental está definido por la delgadez del tejido...(2)
El acento de la referencia foucaultiana no es tanto respecto a este objeto nuevo para la medicina -esa superficie llamada tejido- sino en el ojo de Bichat como ojo clínico que concede un principio epistemológico absoluto a la mirada de superficie.
Foucault muestra el relevo, el desplazamiento realista, que va de la estructura del que mira al rostro de lo mirado. Foucault señala cómo la anatomía patológica avanza en el sentido de lo ordinal antes que en sentido localizador imaginario. De este modo la pregunta sobre la enfermedad cambia de estatuto, ya no es algo pasivo sino un elemento activo: la enfermedad es un sujeto alojado en un objeto real para esta nueva medicina: ese objeto es la superficie-tejido. De este modo el análisis es un momento esencial para todo proceso patológico.
Notese el subrayado de Foucault en el sentido de anotar el cambio en la percepción analítica a la percepción de los análisis reales. Este abordaje de Bichat en la medicina es simétrico al que realiza Lavoiser en la química, ubicando cada elemento en un conjunto definido por los otros elementos confluyentes. Foucault destaca que el furor clasificatorio que la medicina después y antes de Bichat desarrolla, sólo adviene como furor después y, por cierto, a contrapelo del descubrimiento de Bichat.
De esta cuestión surgen las preguntas por encadenar a la vida, la enfermedad y la muerte, es decir un anudamiento cronológico, temporal. A través de una pregunta esencial -¿qué es lo patológico?-, surge la idea de que es el médico el que produce un espesor, un volumen. Este volumen difiere en la medida trastoca la mirada del médico, puesto que esa mirada se dirige a un objeto superficial. En este punto Foucault apoya la critica medico-paciente en tanto pareja: hay un punto fijo que se corresponde con el origen de la mirada del médico, y desde allí queda trastocado no solo lo espacial sino también lo temporal de la experiencia: surgen lo que Foucault llama las reglas de localización, la regla de centro y de primitivismo y por vez primera la coincidencia entre un tiempo mórbido y el espacio orgánico.
Tomando las cosas en su severidad estructural no ha habido ni matrimonio ni pareja; sino constitución de una experiencia, en la cual la mirada del médico se ha convertido en el elemento decisivo del espacio patológico y su armazón interna.(3)
Foucault rescata entonces de su análisis un objeto particular que determina un nuevo tiempo espacio para la clínica médica, junto al valor de una mirada única, correspondiente a ese dispositivo -el subtitulo del libro es "Una arqueología de la mirada médica". Foucault acentúa en forma admirable el valor y las consecuencias de esa mirada, al punto que la fusión entre objeto y mirada -superficie orgánica y mirada del médico-quedan ubicadas en un mismo plano para Foucault, aunque se recorta del texto que no se trata de lo mismo. Esta con-fusión -según nuestra consideración- tiene una consecuencia en la lectura posterior de Foucault. Pero primero sigamos con el recorrido del autor.
Arqueológicas
En "La arqueología del saber"(4) retoma estas consideraciones sobre la medicina con un matiz diferente, alejado de todo estructuralismo: lo trabaja como relaciones entre enunciados. Se considera entonces a la ciencia médica como un determinado estilo o carácter de enunciación, construida como un corpus de conocimiento que supone esa mirada fija en las cosas, una misma cuadrícula del campo perceptivo, un mismo análisis del hecho patológico según el espacio tiempo que logra definir: el del cuerpo visible.
Foucault subraya en este nuevo análisis el valor que tiene un mismo sistema de transcripción en lo que se percibe en lo que se dice. Esto lo conduce a subrayar una serie de enunciados descriptivos. A su vez enfatiza el matiz fragmentario de estos enunciados puesto que coexisten junto a un conjunto de hipótesis sobre la vida y la muerte, junto a elecciones éticas, a decisiones terapéuticas, reglamentos institucionales, modelo de enseñanza, conjunto de descripciones, etc.
A esto Foucault le agrega que en los mismos enunciados hubo desplazamientos: de Bichat a la patología celular el médico ha dejado de ser el lugar del registro e interpretación de la información -puesto que hay intermediarios que el médico debe usar- que modifican -respecto del paciente- su situación de sujeto observador. Comienza así la crítica de Foucault a lo se que consideró en el capitulo antes subrayado de "El nacimiento de la clínica"(1): definir que el discurso médico como un sistema codificado y normativo se desintegró con Bichat y Laëneec. Entonces,cómo se define la unidad de la disciplina médica sino como un conjunto de reglas en donde coexisten enunciados dispersos y heterogéneos.
En este sentido Foucault se interroga sobre qué sistema rige la repartición, o el sistema de apoyo entre unos y otros de estos enunciados, la manera en que implican o se excluyen, la transformación que sufren, el juego de su relevo, de su disposición o su reemplazo, etc.
Más adelante en el capítulo "La formación de la modalidad enunciativa", Foucault subraya las preguntas por quién habla, en dónde habla, a quién le habla, para subrayar el establecimiento en el discurso médico de cierto número de elementos heterogéneos que no siempre conciernen al estatuto médico. Este es el punto al que se arriba. Pero cual es el recorrido entonces entre un texto y el otro.
En el análisis propuesto, las diversas modalidades de la enunciación, en lugar de remitir a la sintesis o a lafunción unificadora de un sujeto, manifiestan su dispersión. A tal respecto, la expresión de "mirada médica", empleada en el "nacimiento de la clínica" no era muy feliz.(5)
Foucault pasa de destacar un valor confuso del estatuto del objeto de la clínica (superficie-mirada) al valor de un conjunto bien establecido de reglas basado en la dispersión de la función unificadora del sujeto. Foucault critica ese punto fijo origen de la mirada clínica del médico para condensar el valor de lo disperso en el conjunto de reglas que ya no unifica. Pero recordemos que para esto primero Foucault tuvo que resignar al valor de un objeto que describe, para subrayar el valor de una mirada, y después resignar ambos en el campo de una práctica discursiva, en donde se predica de lo que se percibe en lo que se dice. La pregunta entonces es la siguiente, ¿que valor tiene el objeto de la ciencia médica en su práctica discursiva?. Estamos de acuerdo con la intervención de Foucault por descolocar el valor de la mirada y propiciar la práctica de un discurso, por conjurar lo evidente de las evidencias en función de un decir reglado por la experiencia. Pero ¿esto implica que el objeto -superficie-mirada- del que se trata no tiene lugar en el seno de ese discurso que el mismo instaura?.
Voluntades o Lógicas del poder:
Leemos en Foucault que las practicas discursivas -y el ejemplo que sigue dando es la medicina- es un campo de regularidad para diversas posiciones de subjetividad. Este campo Foucault lo nombra como un espacio de exterioridad. ¿Exterioridad respecto de qué?: de la clínica y la práctica médica en relación a un corpus teórico, pensados como un conjunto de reglas en dispersión. ¿No es en esta exterioridad en donde aparece la pregunta por el objeto, en donde se cuece -por así decir- la verdadera objeción? Tal vez no la objeción de la medicina, pero si la dispersión que ella produce en la medida no formaliza su objeto y requiere de una práctica discursiva como espacio de exterioridad, en donde se retome la consideración tanto de la dispersión subjetiva como la de la función del objeto. Así queda planteado en ese espacio de exterioridad la problemática del saber-verdad-poder. Habrá que esperar al Foucault posterior plantear de lleno esta cara del problema.
El discurso, concebido así,(...)es un conjunto donde pueden determinarse la dispersión del sujeto y su discontinuidad consigo mismo. Es un espacio de exterioridad donde se despliega una red de ámbitos distintos.(6)
Para nosotros una experiencia en exterioridad tal como lo plantea Foucault es la que damos a llamar transdisciplina, auqnue tal vez mejor sería designarla transdiscursiva, pues la pensamos como un más allá de cada disciplina o discurso interviniente en relación a las otras disciplinas o discursos también intervinientes. Esta experiencia de discurso llamada transdiciplinaria es una forma de objetar -es decir: una objeción- a la disperción evocada por cada disciplina o discurso. Es una experiencia en donde la verdad y el saber en relación a los discursos intervenientes se acopla con la práctica del poder (y en este sentido es mejor llamarla transdiciplinaria, puesto que toda disciplina implica un uso de poder, una estrategia). Que la medicina recurra en su historia recurrentemente a un campo exterior a ella misma, produce resquebrajamiento de su saber en procura de una verdad que no acontece (en este sentido hay un permanente quiebre epistemológico discursivo). Pero también produce el armado de un poder técnicamente utilizable basado en la resistencia de un saber que controla (en este aspecto el quiebre es disciplinar y ético). Pero esto no es algo propio de la medicina, puesto que acontece en cualquier disciplina o discurso que se precie de tal. Apostar a la transdiciplina o a lo transdiscursivo es entonces arremeter cuestionando al poder en la juntura de la disyunción del saber y la verdad. O, como intentó Foucault arrinconarlo entre un objeto y su discurso. Entendemos que hay un nuevo rodeo en Foucaault por el tema de la medicina, no siendo ésta sino un tema secundario en los hilos de la escritura posterior del autor. Por ejemplo -y no pretendemos en este punto, como tampocolo pretendimos antes, realizar un confiscación de lo dicho por la Obra- en "El dispositivo de sexualidad" del primer tomo de la "Historia de la sexualidad" subtitulado "La voluntad de saber" dice:
...que dónde hay poder hay resistencias, y no obstante (o mejor: por lo mismo), ésta nunca está en posición de exterioridad respecto del poder (...) Los puntos de resistencias están presentes en todas partes dentro de la red. Respecto del poder no existe, pues, un lugar del gran rechazo. (7)
Si en ese espacio de exterioridad es posible entonces que la resistencia se amplifique, que el rechazo (en forma imaginaria vislumbrado como rechazo al otro saber o a la verdad del otro) se manifieste detentando para sí el poder de su saber o de su verdad. Habrá pues que seguir atentos a las lecturas renovadas de la Obra de Foucault sobre estos puntos, que hoy llamamos voluntades, ya que dan en la tecla a una cuestión tan necesaria de la transdiciplina o prácticas transdiscursivas.
(b)
“Vida Líquida”*
M. Soledad Lastra
FAHCE- UNLP
“Cuando patinamos sobre hielo quebradizo, nuestra seguridad depende de nuestra velocidad”(1) así se inicia la invitación que Zygmunt Bauman le extiende a sus lectores para transitar en su libro por las distintas dimensiones que componen lo que él llama la vida líquida del mundo moderno, de nuestro mundo.
El autor recorre a lo largo de todo el libro los nudos más gruesos y complejos del mundo moderno líquido por el que transitamos o intentamos hacerlo. Para Bauman, la liquidez de esta vida moderna consiste en una vida precaria y vivida en condiciones de incertidumbre constante(2) y se encuentra indefectiblemente atravesada por una tramposa combinación entre libertad e inseguridad. El paso diario de las personas por este mundo moderno deja de ser tal para convertirse en una inacabable carrera rumbo a una seguidilla indefinida de objetivos de corto plazo, que se suceden de forma constante al son de la renovación y los cambios.
Su primer capítulo, El individuo asediado, aborda la intrincada aporía del individuo en tanto ser que está obligado a diferenciarse de los demás -a ser único- en una sociedad en la que todos sus miembros deben cumplir con tal precepto y, por lo tanto, resultan parecidos. Esta contradicción lógica, dirá Bauman, no es tan importante en su significación filosófica sino en cuanto determina un desafío que la misma sociedad les impone a sus miembros quienes se ven exhortados a hallar un camino de emancipación, autenticidad e individualidad. El autor entiende que el truco que subyace a este desafío es el reconocimiento de que dicha tarea es imposible mientras que tal imposibilidad es el sustento de una sociedad que le otorga a los individuos las herramientas para poder sobrellevar esa individualidad irrealizable. Pero Bauman no podría decirlo mejor, “en tanto tarea, la individualidad es el producto final de una transformación social disfrazada de descubrimiento personal” (3). Esta angustiosa tarea llevará a los individuos a encontrar -no casualmente- su solución en el funcionamiento de la lógica de mercado destinada a mantener la inalcanzable singularidad a través de una oferta excesiva de objetos que aparecen como potenciales cumplidores de ese anhelo pero que envejecen prematuramente y son vertiginosamente reemplazados por otros nuevos que también tendrán una vida útil breve y sustituible. El consumismo resulta exitoso provisoriamente para quienes logran sacar ventaja a los otros en la carrera mientras los obliga a no detenerse porque siempre habrá en el horizonte un objeto mejor que saciará su sed de autenticidad.
El desafío por lograr la individualidad va de la mano con el problema de la identidad. Individualidad e identidad pueden considerarse como los ejes centrales de este capítulo y que son imposibles de sortear a la hora de acompañar las reflexiones de los capítulos siguientes. En este sentido, Bauman nos habla de la identidad como un proceso de “hibridación”, de no pertenencia, de extraterritorialidad y continua transformación que se condensa en las prácticas de una clase culta que se cree poseedora de libertad y seguridad. Quienes no cuentan con la capacidad o los medios para alcanzarla quedan relegados a una identidad “lugareña” e inferior que resulta en una polarización y profundización de la desigualdad social. Sin embargo, esta “hibridación” será entendida por el autor no como un privilegio estanco e irrefutable de esa élite global sino como un “movimiento hacia una identidad perpetuamente por fijar” (4). Pero esta fragilidad de la identidad de los que aparecen como privilegiados también es propia de quienes ocupan el otro extremo de la polaridad, es decir, la gran mayoría. Esta precariedad de la identidad ya no es secreta. Como bien lo explica en sus conversaciones con el periodista Benedetto Vecchi, toda identidad “entraña una lucha simultánea contra la disolución y la fragmentación, una intención de devorar y, al mismo tiempo, una resulta negativa a ser comido” (5).
De mártir a héroe y de héroe a celebridad desarrolla la transformación que sufrió la sociedad en lo que respecta a los ideales. Aquí detalla el tránsito de una sociedad patrocinada por los Estados-Nación hacia una globalidad emergente que descarta los viejos ideales de sacrificio y bienestar colectivo que antiguamente encarnaban los héroes o los mártires en pos de una causa. En su lugar se instituyen aquellas personas famosas o célebres que son reconocidas como tales no por los motivos de su acción sino por su notoriedad. Obviamente, esta institucionalización será efímera y volátil como todo en la vida líquida.
La pregunta guía que formula el autor en el capítulo La cultura: indisciplinada e imposible de controlar es si puede sobrevivir la cultura al ocaso de la durabilidad, la perpetuidad y la infinitud siendo ellas las primeras víctimas del triunfo del consumismo (6). En este sentido, aquí también se pone en juego la invasión de los criterios de mercado en el universo de la creatividad cultural y con ello, el corolario de que el arte y su valor queden a merced de los caprichos de la demanda.
Refugiarse en la Caja de Pandora o miedo y seguridad en la ciudad ahonda en la capitalización de los riesgos, en términos económicos y políticos, y en la acumulación de las incertidumbres e inseguridades que los miembros de la sociedad líquida tratan de aminorar. En la búsqueda de la solución para amortiguar los miedos y vivir más seguros, el autor destacará que los individuos contribuyen a reproducir la lógica intrínseca del mercado consumiendo respuestas ofertadas en términos de vigilancia constante, áreas públicas cerradas, zonas residenciales y control permanente cuyo costo será el tedio, el retraimiento del diálogo y la imposibilidad de convivir en la diferencia.
Si hasta ahora el recorrido que hace el autor por la sociedad líquida resulta atrayente -a la vez que desalentador- en Consumidores en la sociedad moderna líquida se hundirá en el núcleo más duro de la liquidez. En este sentido, la sociedad de consumo aparece desnuda en todo el capítulo al despojar el feliz disfraz que viste el mercado para ver en su lugar los harapos de la permanente insatisfacción que necesita generar en los individuos para poder sobrevivir. Pasando por el cuerpo, la infancia, la familia, las relaciones afectivas -de pareja y amistades- y el trabajo, Bauman pone en evidencia la significativa centralidad que la figura de la mercancía y su lógica como valor de cambio tienen al momento de reflexionar incluso sobre las transformaciones de la vida privada e íntima de los individuos desde la sociedad sólida hacia su licuefacción.
Los últimos dos capítulos permiten vislumbrar una ranura de luz en lo que retoma de Arendt como los “tiempos de oscuridad” (7). La educación es abordada desde este nuevo contexto en Aprender a caminar sobre arenas movedizas como una tarea continua que, para ser útil a los hombres, no se debe acelerar en pos de adaptarse a los cambios del mundo, sino que debería hacer de él algo más acogedor. En este punto, Bauman abre el juego entre la educación y la política apelando a la recuperación de los espacios públicos de diálogo y entendimiento del “otro” e invocando el reconocimiento de que nuestras elecciones son actos redentores de la ignorancia política, ignorancia que aboga por una democracia vacía y sujeta a los manejos de quienes se alimentan de nuestras inseguridades. Por ello, en Pensar en tiempos oscuros (volver a Arendt y Adorno) el recorrido se cierra evocando las reflexiones de Theodor Adorno acerca de la dialéctica de dos historias separadas por más de dos siglos, donde la segunda -llamémosle líquida- hace posible una revisión de la primera -llamémosle, sólida- pero sin suponer que la primera determinó la inminencia de la segunda. Volver sobre los escritos de Adorno le permite a Bauman recuperar la idea de “redención de las esperanzas del pasado” en tanto posibilidad de emancipación humana. En este sentido, si las obras de Karl Marx, Émile Durkheim y Hannah Arendt se esgrimen a lo largo de su trabajo como pilares fuertes para comprender la sociedad líquida, pensar desde las críticas de Adorno parece concederle la oportunidad de imaginar alternativas de salida frente a una dinámica mundial que se nos impone.
De esta manera el autor considera que si el mundo ha cambiado y los problemas ya no son locales porque son globales, la clave de la crítica debe estar concentrada en la reflexión para la construcción de un espacio público nuevo y global que se acompañe de actitudes responsables en términos planetarios por parte de los miembros de la sociedad en aras de reformar el tejido de interdependencias e interacciones globales.
El desarrollo que Zygmunt Bauman logra en Vida Líquida no carece de coherencia y solidez. Su indagación sobre aquellos aspectos constitutivos del mundo líquido se dibuja en un diálogo continuo entre teoría y práctica, manteniendo un movimiento pendular constante entre pragmatismo y filosofía que le otorgan a su obra un atractivo intrigante y realista a la vez que su lectura seduce en su forma y contenidos.
NOTAS
* Bauman, Zygmunt (2006). España, Barcela, Editorial Paidos.
(1) Emerson, Ralph Waldo, On Prudente citado en Bauman, Zygmunt (2006). Vida Líquida, Editorial Piados.
(2) Bauman, Zygmunt (2006). Vida Líquida, Editorial Paidós, Barcelona, Pág. 10.
(3) Íbidem, p. 32.
(4) Íbidem, p. 47.
(5) Bauman, Zygmunt (2005). Identidad, Editorial Losada, p.165
(6) Bauman, Z. (2006). Op. Cit. p. 82
(7) Íbidem, p. 171
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